Si pensamos en la hora de lavarnos los dientes, seguro que lo primero que se nos viene a la cabeza es la necesidad de utilizar un cepillo. El origen de este imprescindible elemento para la higiene bucal parece estar en China, hace aproximadamente 500 años. Los primeros cepillos eran muy rudimentarios y estaban hechos con huesos y pelos de animal. Su llegada a Europa, gracias a los mercaderes, supuso un cambio notable, ya que antes se utilizaban palillos fabricados con plumas o con metales.
La gran revolución de los cepillos de dientes llegó en los años 30 del siglo pasado, con la invención del nylon y su sustitución en lugar de las cerdas de origen animal. Ahora, casi cien años más tarde, siguen siendo el principal elemento para mantener una buena higiene buco dental, completada con otros recursos como el hilo dental.
Desde la Clínica Santa Clara de Asís, insistimos a nuestros pacientes en la necesidad de utilizar el cepillo después de cada comida como la mejor forma para prevenir cualquier tipo de dolencia buco dental. Asimismo recordamos la necesidad de mantenerlo en perfectas condiciones y en cambiarlo aproximadamente cada tres meses.
Hoy contamos con diferentes tipos de cepillos dentales que se ajustan a las necesidades de los usuarios. Básicamente se dividen en dos grupos: manuales y eléctricos. Los segundos están ganando cada vez más mercado ya que han ajustado mucho sus precios y ofrecen una serie de características interesantes. Suelen disponer de diferentes velocidades y el pequeño tamaño de su cabezal hace que sea más fácil llegar a sitios remotos de la boca. Además, algunos incluyen un temporizador que nos avisa cuando llegamos a los dos minutos recomendados de cepillado.
En cuanto a los cepillos manuales, la oferta que encontramos de durezas y diseños es inmensa. Lo que sí podemos es hacer una clasificación según los diferentes tipos. Así, además de los normales, encontramos los llamados interproximales que se usan para espacios dentales más grandes de lo normal, los periodontales, que son muy suaves y recomendables para quienes sufren inflamaciones gingivales, los quirúrgicos, especialmente diseñados para utilizar tras cirugías dentales y los linguales, para quienes tienen problemas de aliento.