Para completar una completa higiene bucodental, además de cepillarnos los dientes debemos usar el hilo dental. Se trata de un recurso que nos sirve para eliminar restos de comida y placa de lugares a los que no podemos llegar con el cepillo. Además de los adultos, los niños también pueden utilizarlo.
Se trata de un invento que data de 1815 y que surgió de la idea de un dentista de Nueva Orleans. A finales del XIX, Johnson and Johnson patentó un modelo que era de seda.
En la actualidad hay dos tipos de hilo dental. El más extendido es de nylon. Su principal inconveniente es que está formado por una gran multitud de hebras que, en ocasiones, se desgarran al rozar los dientes, por lo que pueden terminar enrolladas entre estos. Para facilitar su deslizamiento suele venderse encerado. El otro tipo de hilo dental que existe es de un solo filamento, lo que le hace más efectivo, pero también más caro.
Con el fin de utilizar el hilo dental de manera correcta, debemos cortar un fragmento de aproximadamente 45 centímetros y enrollarlo entre los dedos índices hasta dejar unos cinco centímetros del mismo. Una vez hecho esto, y con la ayuda de los pulgares, lo tensaremos y lo deslizaremos suavemente entre los dientes, con un movimiento de arriba hacia abajo. En todo momento deberemos tener cuidado de no dañar la encía.
Cada vez que cambiemos de diente, usaremos una sección limpia de hilo dental. Una vez acabado el proceso, nos enjuagaremos la boca de manera intensa con el fin de arrastrar cualquier resto de comida que se pueda haber quedado. Incluso aunque se lleven aparatos de ortodoncia, siempre que tengamos cuidado de no dañarlos, podemos usar el hilo dental para completar nuestra limpieza bucal.
Si tienes cualquier duda sobre cómo usarlo dental, ven a la Clínica Dental Santa Clara de Asís y te enseñaremos a hacerlo de la manera correcta.